Lo que los glaciares revelan sobre el pasado y el futuro de nuestro planeta

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Los glaciares son los guardianes silenciosos de la vida.
Mantienen el delicado equilibrio del agua dulce en la Tierra, almacenando alrededor del 70 % del suministro mundial. Regulan el clima y sostienen los ecosistemas, siendo esenciales para la vida tal como la conocemos.
Los glaciares cubren el 10 % de la superficie terrestre y se encuentran en todos los continentes, excepto en Australia.
Para casi dos mil millones de personas, el agua del deshielo de los glaciares es fundamental. Proporciona agua dulce, fortalece la seguridad alimentaria y sustenta los medios de vida.
Para muchos pueblos indígenas, los glaciares tienen un significado profundo. Son sagrados, considerados moradas de dioses y espíritus.
Los glaciares son los archivos de la naturaleza. En sus capas de hielo almacenan información vital sobre el clima y el medio ambiente de la Tierra. Algunas de estas capas tienen hasta 800.000 años de antigüedad.
Pero, al igual que el hielo, el tiempo para protegerlos se está desvaneciendo.
Los glaciares están retrocediendo más rápido que nunca. Esto es debido a las consecuencias del cambio climático, que provoca el aumento de las temperaturas, temporadas más cortas de acumulación de nieve y mayores precipitaciones.
A medida que los glaciares se derriten, desaparecen ecosistemas únicos que son cruciales para la vida en la Tierra.
Los cambios en la criosfera –las partes congeladas del planeta– están alterando el ciclo del agua. Las corrientes de los ríos se están modificando, los flujos de agua subterránea están cambiando y la competencia por los recursos hídricos disponibles está aumentando.
Además, el deshielo de los glaciares contribuye al aumento del nivel del mar, con casi dos centímetros más desde el comienzo de este siglo. Si la Antártida se derritiera por completo, el nivel del mar podría subir hasta 58 metros, inundando las costas y desplazando a millones de personas.
La pérdida de los glaciares también está intensificando fenómenos meteorológicos extremos, como tormentas más fuertes y frecuentes. Esto está generando nuevos riesgos de desastres, como inundaciones masivas cuando los lagos glaciares se desbordan.
En las regiones montañosas, el deshielo de los glaciares y el descongelamiento del permafrost están liberando toxinas, como el mercurio, que llevaban miles de años atrapadas en el hielo y el suelo, amenazando el agua de la que dependemos.
Pero tenemos el poder de detener el reloj del deshielo. Podemos combinar los datos científicos con el conocimiento indígena para entender la magnitud del problema. Podemos designar los glaciares como áreas protegidas, adoptar prácticas sostenibles de uso de la tierra y mejorar la gestión del agua.
Podemos desarrollar sistemas de alerta temprana para los riesgos criosféricos. Podemos movilizar fondos para esfuerzos de adaptación y mitigación. Y podemos involucrar a las comunidades locales, especialmente a las personas jóvenes.
Los glaciares nos están lanzando una advertencia sobre la salud del clima. El tiempo se agota, pero con la acción colectiva podemos preservar estos valiosos reservorios de agua, patrimonio y vida.