El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 12 tiene como meta, de aquí a 2030, lograr la gestión sostenible y el uso eficiente de los recursos naturales.
Una de las mejores formas de alcanzarlo es modificando la manera en que producimos los alimentos.
Casi un tercio de los alimentos que se producen cada año termina en la basura, lo cual tiene un impacto enorme en el medio ambiente, la biodiversidad, la economía y nuestra salud. En los países en desarrollo, esto se debe principalmente a la falta de refrigeración en las cadenas de suministro; en los países desarrollados, en cambio, la mayor parte corresponde a alimentos que nunca llegan a consumirse. En 2022, los hogares fueron responsables del 60 % del desperdicio de alimentos, lo que equivale a unos 631 millones de toneladas.
Nuestro sistema alimentario es, por sí solo, un claro reflejo de este consumo irresponsable. El sector representa el 22 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, en gran parte debido a la deforestación para ampliar la frontera agrícola. La agricultura ocupa cerca de un tercio de las tierras cultivables del planeta. Y, aun así, desperdiciamos más de 1.000 millones de toneladas de alimentos cada año. De hecho, ese desperdicio genera entre el 8 % y el 10 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero.
La pesca de arrastre indiscriminada está teniendo un efecto igualmente devastador en el océano: más de un tercio de las poblaciones de peces están sobreexplotadas. Gran parte de este problema se debe a la captura incidental, es decir, la pesca accidental y evitable de otras especies, como las tortugas marinas. Esta práctica está llevando a especies como los tiburones al borde de la extinción.